Jousef Koudelka, checo, nacido (en 1938) en la vieja Checoeslovaquia, es un fotógrafo con una lógica visual demoledora. Observa el entorno y manifiesta visualmente sus impresiones. No se mira a las cosas con su propia mirada o el objetivo. Hace unos días, alguien, escribía que mientras utilizamos nuestra cámara no disfrutamos de los eventos. Este razonamiento puede ser cierto en algún grado, pero niego la mayor. El fotógrafo ve el espacio a su manera y nosotros vemos ese mismo espacio a través de la especial mirada de él. Por este motivo, y otros, la fotografía es lo que es y Koudelka es un ejemplo que demuestra la importancia de la fotografía como documento.
La Fundación Mapfre acoge y presenta una exposición retrospectiva, la más completa hasta el momento, de un profesional que se vería obligado a exiliarse de su país tras la Primavera de Praga y que forma parte de la nomina, desde hace cuarenta años, de la acreditada Agencia Magnum. En total, 150 obras que recorren cronológicamente todo su itinerario como fotógrafo: primeras obras y su pasado como fotógrafo de teatro; su obsesión por los gitanos; la represión de la Primavera de Praga; el exilio; y los panoramas de gran formato.
Koudelka, no solo por el exilio, sino por su propia personalidad era un viajero que tiene una enfermiza necesidad de viajar para conocer el mundo que le rodea más allá de su propio hogar. Es aquí, quizás, en donde empieza a configurar su propia personalidad como fotógrafo. Captura un instante, un lugar, una persona y lo hace inmortal y universal. Su afán por conquistar y parar el tiempo se confirma en el volumen, enorme, de fotografías realizadas a lo largo de su carrera, continuista para algunos temas, evolucionista para otros.

El mejor ejemplo es su trabajo centrado en los gitanos, un conjunto extraordinario, con algunas fotografía magnificas. No solo nos ha trasladado una parte de la historia social de la vieja Europa de antaño. Entiendo que existe una observación previa, un trabajo para ganar su confianza y pasar desapercibido con su cámara. De esta manera obtiene dos tipos de momentos, de quietud o de movimiento explosivo. Los primeros parecen escenas sacadas de un teatro, los actores parecen marionetas al servicio de Koudelka y posan a su antojo creando una especie de naturalezas muertas. Los segundos, demuestra una explosión de vida, curiosamente los protagonistas son los niños.

Igualmente, por su valor como fuente primaria para documentar la historia de Europa y por su carácter testimonial, debo destacar su trabajo sobre la invasión de las tropas de Pacto de Varsovia y la posterior represión de la Primavera de Praga en agosto de 1968. Convertido en fotoperiodista obligado por las circunstancias del momento. Los carretes utilizados salieron del país clandestinamente y su contenido fue publicado por medios de todo el mundo de manera anónima. Protección que se mantendría activa hasta la década de los ochenta. En la exposición se recogen varias de estas fotografías, incluidas aquellas que se divulgaron con tachaduras sobre los rostros de los manifestantes para proteger sus identidades y sus vidas.

Nuestro particular recorrido concluye con los Panoramas, una serie que comienza en 1986 y en donde emplea una cámara panorámica. Curiosamente, los lugares que elige son espacios que han sufrido profundos cambios o destrucción, procesos que ha sido generados por la mano del hombre o por el paso del tiempo. Su esfuerzo por captar dichos procesos no se ha quedado circunscrito a crear panorámicas grandes panorámicas, también con varias publicaciones desplegables. Wall es su último trabajo, editado en 2014, una mirada crítica del muro construido por Israel para cercar los territorios palestinos.
Título de la muestra: Josef Koudelka
Sede: Fundación Mapfre. Sala Bárbara de Braganza, 13
Fechas: 10 de septiembre a 28 de noviembre
Web: Josef Koudelka