Recientemente, algunos medios españoles han publicado noticias que nos deben hacer reflexionar sobre dos cualidades básicas del documento: credibilidad y el acceso público a su contenido.
La versión digital del diario El Mundo (12-02-2014) publicaba una información con el siguiente titular “Caída drástica de la libertad de prensa en EEUU” (http://www.elmundo.es/television/2014/02/12/52fb967b22601d80228b4575.html). El texto analiza la situación, por países, de la libertad de prensa en el mundo, con la aportación del ranquin por países confeccionado por Reporteros sin Fronteras (Clasificación mundial 2014 de la libertad de prensahttp://www.rsf-es.org/news/clasificacion-mundial-2014-de-la-libertad-de-prensa/), en el que España está en la posición 35. Dicho informe advierte del aumento de las restricciones al acceso público a los documentos impuesto por el gobierno estadounidense, gracias al abusivo argumento de la seguridad nacional. Casos como recientes, Wikileaks y Snowden, son las justificaciones. Con respecto a esta situación recomiendo la lectura de la reciente entrada en el blog: https://antoniomalalana.wordpress.com/2014/02/06/secretos-oficiales-cuando-la-opinion-publica-tiene-derecho-a-saber/). Por otra parte, estas restricciones, no solo afectan, en el presente, a los medios de comunicación, también a los historiadores, pues en un futuro cercano se encontrarán con las mismas barreras, además del olvido, impuestas en el presente.
La segunda de las noticias, esta publicada en la edición digital de El País (11-02-2014), cuyo titular es “Las fotos trucadas de Fidel Castro” (http://internacional.elpais.com/internacional/2014/02/11/actualidad/1392146899_002242.html), recoge que la agencia AP ha decido eliminar de su archivo siete fotografías cedidas por el Gobierno cubano cuyo contenido habría sido manipulado. El 26 de enero, Fidel Castro se reuniría con Cristina Fernández, presidenta de Argentina. Desde La Habana, se distribuiría a los medios el correspondiente reportaje fotográfico oficial, conjunto que ha sido denunciado por la agencia de noticias Associated Press por manipulación de su contenido. La “corrección” es tan simple y absurda, que demuestra ciertos aspectos, desde mi punto de vista infantil, de los gobiernos totalitarios que quieren proteger la imagen del líder. En este caso, al eliminar la presencia de un aparato auditivo de la oreja izquierda, se pretende ocultar la debilidad de un líder octogenario.
En este caso, al margen de constatar y denunciar la manipulación, mi reflexión sobrepasa esta posición. Como es mi costumbre intento recoger las noticias relativas a la manipulación de la fotografía como documentos; sin embargo, ahora quiero comentar la decisión de AP de eliminar de su archivo dicho reportaje. Desde mi punto de vista es un error, pues ahora aporta otro tipo de información, la manipulación en sí misma, tanto como objeto de denuncia, pero sobre todo como objeto de estudio e investigación. Si se elimina el documento original, ahora modificado, no quedará constancia de una actividad, denunciable, pero interesante, tanto por la causa, como por los destinatarios. Con estas circunstancias, nuevamente, los historiadores vuelven a ser los profesionales perjudicados.
La historia, concretamente algunos tipos de hechos, suele repetirse pero con distintos personaje. Edward Snowden, antiguo empleado de la CIA y la NSA, en 2013, utilizando varios periódicos de todo el mundo, divulgaría documentos clasificados como alto secreto en donde se hizo público los programas de vigilancia masiva, indiscriminada o con objetivos marcados, a través de las redes de Internet y telefónicas a ciudadanos y gobernantes de todo el planeta. En 2010, de manera coordinada, varios medios de todo el mundo (El País) hacían público 92.000 documentos sobre la Guerra de Afganistán (2004-2009). WikiLeaks, Julian Assange, había filtrado los llamados Diarios de la Guerra de Afganistán. No serían los únicos papeles divulgados y durante ese mismo año otros lotes verían la luz, como los Registros de la Guerra de Irak o los Cablegate. Todos los documentos habían sido aportados por Bradley Edward Manning, soldado y analista de inteligencia del ejército estadounidense. En 1971, Daniel Ellsberg filtraba a la prensa los denominados Papeles del Pentágono cuyo contenido revelaban datos muy reveladores sobre la Guerra de Vietnam.
Varios son los elementos comunes, en tres casos se utilizó a la prensa como medio de difusión pública; la administración estadounidense intentó parar su publicación; la administración estadounidense acuso a los responsables de traición, de antipatriotas, de revelar el contenido de documentos catalogados como secretos y de favorecer al enemigo; y buscó por todos los medios desacreditarlos ante la opinión pública. Las tres iniciativas se asocian a la idea de revelación de secretos, impulsando la difusión pública de ciertos documentos, cuyo contenido suele contradecir la versión oficial. Sin embargo, el efecto que se buscaba, el de movilizar a la opinión pública contra unos dirigentes que les ha mentido, no encontraría la relevancia pretendida.
Algunos de estos episodios servirían de inspiración para la producción de varios productos culturales audiovisuales, peliculas de ficción o documentales. Los Papeles del Pentagono ha generado un telefilme, Traición en el Pentágono (The Pentagon Papers, 2003. Dirigida por Rod Holcomb, UUEE, Productora, City Entertainment, Paramount Pictures, etc.) y el documental cinematográfico El hombre más peligroso de América. Mientras que el caso WikiLeaks y Julian Assange inspiraría una polémica pelicula, El quinto poder (The fifth estate, 2013. Dirigida porir Bill Condon, EEUU-Bélgica, Dream Works SKG). De los tres títulos, para comentar, selecciono el documental.
El hombre más peligroso de América (The most dangerous man in America: Daniel Ellsberg and the Pentagon Papers).
Documental dirigido por Judith Ehrlich y Rick Goldsmith. Productora: Kovno Communications. Nacionalidad: EEUU. Fecha: 2009. Metraje: 92′. Premios otorgados: National Board of Review (Premio Libertad de Expresión).
Argumento: El guión, en parte inspirado en el libro publicado por Daniel Ellsberg, Secrets: a memoir of Vietnam and the Pentagon papers (2oo2), muestra como Ellsberg, analista político de los departamentos de Defensa y Estado, uno de los ideólogos de la Guerra de Vietnam, compiaría y divulgaría una serie de documentos que contradecian la versión oficial.
Daniel Ellsberg en los años 60 formaba parte de la estructura de la administración estadounidense encargada de analizar y proponer respuesta o acciones en temas de política exterior, en concreto sobre la Guerra de Vietnam. Ellsberg, al margen de su formación universitaria, era marine. Gracias a su inteligencia y disposición era un funcionario respetado. Para valorar la marcha de la guerra acompañaría a una delegación, encabezada, entre otros político, por el Secretario de Defensa Robert McNamara. Trabajo sobre el terreno acompañando a las tropas, experiencia que le serviría para comprender el singo de la contienda, desfavorable para los intereses de Estados Unido, por lo que recomendaría ciertas actuaciones, recomendaciones que no fueron atendidas. Aquí observaría por primera vez que la opinión pública con conocía la verdad.
Al margen de esta experiencia, participaría en la elaboración de un documento, de contenido histórico, sobre Vietnam y EEUU. Una de las conclusiones más destacadas era la certificación de una verdad oficial y una verdad divulgada. En definitiva, los sucesivos presidentes involucrados en la guerra habían mentido a la opinión pública. Al mismo tiempo, iría conociendo a distintos personajes que participaban activamente en los movimientos de oposición a la Guerra. Todo en su conjunto le hizo cambiar la percepción de las cosas, transformación que le llevaría a enfrentarse a la Administración.
Fotocopiaría 47 volúmenes, 7000 páginas de información sobre la guerra, etiquetadas como secretas, con la idea de difundir, libre y universalmente, su contendido.
Desde mi perspectiva, la idea básica y relevante de la historia no se centra el personaje, sino en el deseo de revelar secretos oficiales, defendiendo, desde su perspectiva, el derecho de la ciudadanía a conocer la verdad. Asimismo, es interesante el mecanismo empleado para conseguirlo, utilizando dos vías: la prensa y ciertos representantes políticos.
A mediados de 1971, contactaría con The New York Time. Este periódico conseguiría llevar a primera página los Papeles del Pentágono. La repercusión fue contundente, incluida la respuesta de la Presidencia que conseguiría la paralización de la divulgación de dichos papeles. Sin embargo, la estratégica planificada posibilitaría la publicación de los datos de manera progresiva y encadenada en 17 cabeceras.
Al mismo tiempo, Mike Gravel, senador demócrata que representaba a Alaska. conseguiría que los documentos pudieran hacerse público al integrar los papeles dentro de las actas de las sesiones del Senado.
El acto final llego con la decisión adoptada por el Tribunal Supremo, actuación que ratificaba que ratifica y amplia el valor de la Primera Enmienda. La seguridad nacional no puede esgrimirse como justificación para impedir la divulgación de determinados documentos públicos. En definitiva, la ciudadanía, la opinión publica de Estados Unidos, tienen el derecho a conocer las acciones de gobierno y la prensa es libre de hacerlo.
Foley, M.S. (2010) «The most dangerous man in America: Daniel Ellsberg and the Pentagon Papers, directed by Judith Ehrlich and Rick Goldsmith, First Run Features, 2009». The sixties. A journal of History, Politics and Culture, 3 (2), pp. 225-235.
Desde hace unas semanas, la desclasificación de documentos británicos ha llamado la atención de la prensa española. Algunos de estos documentos están relacionados con la historia reciente de nuestro país. No solo es interesante por los datos divulgados, sino por la contrariedad que supone observar como en otros países son liberados dichos documentos, mientras que en España se cierra esta puerta.
José Mª Herrera Plaza, al realizar su documental sobre el suceso de Palomares, Operación flecha rota (2007), comentaba la dificultad de acceder a los documentos españoles, frente a las facilidades dadas desde EEUU.
Ahora le toca el turno a la «no beligerancia» de Franco durante la II Guerra Mundial, pero no solo este tema. Los Archivos Nacionales británicos han desclasificado otros más relativos este conflicto.
Morales, M. (2013) «Desclasificados los papeles sobre sobornos del M16 británico a militares de Franco. El servicio secreto MI6 pago para que España no entra en la II Guerra Mundial». El País, 24 de mayo, p. 43.
El secreto oficial impide a los ciudadanos, principalmente a historiadores e investigadores, el acceso a documentos que ya deberían estar desclasificados, cuyos contenidos son imprescindibles para reconstruir la Historia de España desde los años treinta hasta el Franquismo.
Campo, E. del (2013) “Los agujeros negros del siglo XX español. Reclaman a Defensa que desclasifique 10.000 papeles sobre la Guerra Civil, la Segunda Guerra Mundial y la dictadura”. El Mundo, 5 de mayo, p. 56-57. Elmundo6-5-13