Winnipeg: el barco de Neruda. La huella del exilio republicano

81wJgfHIwWLLaura Martel (guión)

Antonia Santolaya (ilustraciones)

Winnipeg: el barco de Neruda

Madrid: Hotel Papel Ediciones, Editorial Grupo 5, 2014. 83 págs.

ISBN: 978-84-937863-8-0

Barcelona, enero de 1939, ante el avance de las tropas franquistas, Manuel y Julia padre e hija, una niña de siete años, abandonarán la ciudad, cruzarán los Pirineos y buscarán refugio en Francia. Allí, como otros tantos españoles, serían internados en un campo de refugiados. Ambos intentarán normalizar una difícil cotidianidad. Como salida, Manuel se verá obligado a renunciar a la paternidad de su hija. Como huérfana gozaría de un vida más cómoda en un orfanato. En dicha institución, afortunadamente, Manuel también logaría encontrar su particular cobijo como trabajador.

Con los papeles en regla, ya fuera del campo, debe tomar una difícil situación: buscar un país en donde se factible emigrar, un rincón en donde exiliarse. La oportunidad llegaría gracias a una iniciativa de Pablo Neruda y del embajador republicano español, Rodrigo Soriano Barroeta-Aldamar. Ambos, con la escusa de reclutar a profesionales españoles, darían refugio en Chile a un par de miles de republicanos.

Winnipeg, nombre del barco francés, zarpaba del puerto francés de Trompeloup, cerca de Burdeos, el 4 de agosto de 1939, con cerca 2.500 exiliados a bordo, rumbo a Valparaiso, a donde arribarían el 3 de septiembre.imagen-sin-titulo

Este relato forma parte de la experiencia personal de Roser Bru. Gracias a su memoria, se ha intentado reconstruir las vivencias de ella misma y de otros compañeros de viaje, principalmente aquellos que la acompañaron a bordo del Winnipeg.

La historia ha sido narrada de una manera natural, frágil y abreviada, pero principalmente, ha sido transmitida con un profunda esencia simbólica.
El texto, de Laura Martel, es el fruto de una labor previa de documentación y de su intento por recuperar las experiencias de los exiliados españoles. Empero, no se trata de un ensayo, ni de un libro de investigación, sino de un novela gráfica, cuyo guión sigue el mismo esquema de naturalidad, fragilidad, brevedad y simbolismo.

Sin embargo, la versatilidad de la historia adquiere mayor energía gracias trabajo de la ilustradora Antonia Santolaya. Con un trazo naturalista y directo, los personajes y los ambientes han sido dibujados mediante la técnica del lápiz. El resultado es un tejido en blanco y negro, escenario que podríamos interpretar como la intención por dejar en nuestra retina la sombra de lo viejo, similar a las fotografías y a las películas de aquella época; o simplemente es un intento por enmarcar en negro un episodio triste de nuestra historia reciente: el exilio.

La estructura narrativa es sencilla y directa. El guión, los diálogos son directos, pues se conjuga perfectamente el binomio texto-ilustración, aquello que no se cuenta con la palabra queda meridianamente claro en la viñeta. Y aunque, la historia es el resultado de las vivencias de una niña, aquellos acontecimientos vistos por unos ojos infantiles se convierte en la memoria de una anciana. Esta memoria resumida, como señalamos al principio del texto, está planteada desde una perspectiva simbólica, intención que ya es advertida en la primera página, en la primera viñeta, cuando la ilustradora incorpora, entre sombras, la figura del miliciano muerto en el Cerro Muriano, polémica e icónica fotografía de Robert Capa.

Reseña completa y ampliada en: https://www.academia.edu/11204441/Laura_MARTEL_guión_y_Antonia_SANTOLAYA_ilustraciones_Winnipeg_el_barco_de_Neruda

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